“En la prensa gubernamental, aparece la distinción imbécil de buenos y malos partidos, de partidos honestos y partidos deshonestos. Lo que hay es un partido. Y todos los partidos son malos, porque provocan la desorganización nacional.
Partido quiere decir interés particular superpuesto al interés general, es decir introducción en el Estado de un elemento corrosivo del propio Estado.
Sustituir a un partido por otro es sustituir un mal por otro mal. (…) distinguir entre partidos es hacer obra partidista.
¿Se declaran contra todos los partidos? Muy bien. ¿Se declaran contra uno y no contra otros? Muy mal.
El régimen de los partidos es una calamidad. Fue él quien arrastró a toda Europa a la situación anárquica de la que ahora quiere liberarse, organizándose al margen de los partidos.
Los partidos ponen la libertad por encima del orden. Los regímenes de la opinión tienen el culto de la libertad. Las naciones exigen que por encima de la libertad esté el orden, y que se tenga el culto del orden.”
Alfredo Pimenta
En una ocasión perdida. Acción realista, 1926 Portugal.