Los de Izquierda Unida no son tan tontos como pudiera parecer a primera vista. Mucha gente pensó que se trataba de una colección de paletos resentidos cuando pasaron de ser la marca blanqueada del viejo y siniestro Partido Comunista a convertirse en una sucursal de tercera regional del nuevo pijiprogresismo podemita.
Pero resulta que, en un alarde de ingenio y astucia, estos parientes pobres del rojerío no se resignan a ser los tontos del pueblo de la progresía y están haciendo un notable esfuerzo para asombrar a propios y extraños con sus propuestas parlamentarias.
Y eso que no es fácil llamar la atención en un escenario como la política española donde el esperpento es cotidiano, la extravagancia es norma, la estupidez es canon y la cochambre seña de identidad.
En España es cada vez más difícil distinguir una cabalgata de reyes de un desfile de bujarrones, una intervención parlamentaria de un monólogo cómico o una manifestación separatista de una charlotada. Y en un contexto así, destacar por escandaloso, o siquiera por grotesco, es realmente difícil.
Pero los zurdounidos no se resignan y, como el viejo payaso sin gracia de un circo decrépito, siguen saliendo a la pista a contar chistes que pasaron de moda hace décadas. Y eso tiene su mérito.
Ahora que Carmena y sus secuaces están a punto de ganar la Guerra Civil y erigen monumentos a criminales de guerra y torturadores, la vieja marca demodé quiere que en los ayuntamientos se puedan poner banderas a troche y moche (siempre que no se trate de banderas franquistas como las de los Tercios o las de las Órdenes Militares, claro está).
Ellos lo hacen para poder lucir su trapete tricolor y tener así un papel, aunque sea de figurante, en el “revival” revanchista que es tendencia de moda y máximo argumento electoral de la izquierda.
Pero, si la propuesta triunfa, y conociendo la fauna que habita en los consistorios patrios, la cosa puede ser curiosa.
No es difícil imaginar todo un muestrario de banderas, banderitas y banderolas del catálogo giliprogre (animalistas, feministas, indigenistas, islámicas, transexuales, separatistas y así).
Una verbena sin fin para que a nadie quepa duda de que en la España constitucional, democrática y de derecho, es Carnaval todo el año.
J.L. Antonaya
IU plantea cambiar la ley para dejar que los ayuntamientos añadan banderas no oficiales en sus fachadas