Este hombre, que disfruta cada segundo de la vida con naturalidad, es uno de los grandes del 68 en Francia. Su nombre es Jack Marchal. Culto, inteligente, enamorado de la vida, enamorado de Europa y enamorado de la Causa fascista. Además de compositor, escritor y músico, “es un activista cultural francés de tendencia nacionalista que tiene el mérito de haber inventado al personaje de la Rata Negra”. Además, Jack habla italiano, español, inglés, alemán, sueco y, por supuesto, francés. Pero si nadie te lo dice, parece que es sólo un galo sonrojado con pinta de vagabundo bohemio, con mochila eterna al brazo, que está de vacaciones o jubilado en la costa mediterranea.
No voy ha hablar de su trabajo e influencias, si no lo conocéis, aunque sea de referencia, haceros mirar esa laguna por ejemplo en Metapedia – http://es.metapedia.org/wiki/Jack_Marchal -, prefiero hablar del hombre que he conocido y con el que en menos de un año he compartido en dos ocasiones y en dos ciudades diferentes música y conferencias. Y también unas cervezas y unos orujos, para qué negarlo.
Contaros que estando esta última vez en Valencia con él “se me escapó” dos veces; una se fue a buscar un estanco -“aquí el tabaco es más barato”, me dijo con una sonrisilla del que se las sabe todas- y otra que se fue al bar -eso fue más fácil porque era donde yo iba- y ahí me lo encontré sentado en una silla de la terraza con un tercio en la mano tomando el Sol sonriendo … La impresión que me dio fue la de un hombre feliz con la vida y con él mismo.
Contaros que fue el único que en la comida del domingo, en traje de baño desde el primer momento, que además de bañarse en la piscina se fue a lo mismo al mar. Al volver me dijo que hacía años que no se bañaba en el Mediterraneo, que el Atlántico era diferente. Volvió a sonreír, se había encontrado con un “viejo amigo”, el Mediterraneo, me dijo. No quise marearlo con el surf y las magnificas olas del Atlántico y le ofrecí un cigarrillo que aceptó gustoso mientras acercaba la mano a su tarta de manzana. Un hombre que puede hacer dos cosas a la vez. Ese es Jack.
Contaros que hablamos de Milán, de Massimo, de la grappa italiana, de mujeres -las españolas las más guapas-, del mar, de Valencia y de poco más. Me gusta encontrarme a un ídolo y que no me aburra con su vida y obra, o me reestructure la IIGM, o me cuente intimidades de Hitler o Bombacci. Temas superficiales, rozando una elegante frivolidad … y viviendo … disfrutando hasta de respirar. Siempre con una sonrisa en la boca … y una cerveza en la mano. Un hombre con paciencia infinita, posó para mil fotos y dibujó y dedicó otras tantas ratas negras. Sin problema. En su abultada mochila, que no se muy bien todavía qué lleva en ella, siempre encuentra dos rotuladores, uno negro y otro azul.
Así es Jack Marchal, que viste como le place, se peina poco, fuma como un cosaco y bebe como un carretero, habla lo justo y nunca juzga con vehemencia, pero enseña el problema y pone cara de francés … “eeeeh …esto … esto no está bien …¿eh? … no está nada bien …”
Cuando sea mayor quiero ser como Jack.
Mi número uno de la Primavera.
A. MARTÍN