He visto triste a Josema y yo no lo entendía: habíamos ganado.
Vencida la justa antes de cerrar el palenque, el paladín de ACIMJI se mostraba huraño, él habría querido hincar fierros, que para ese cometido había raspado piedra contra acero durante un larguísimo año.
La victoria por incomparecencia siempre deja a faltar el empalagoso sabor de sangre en la boca.
Ahora nos emplaza el enemigo -rabioso, humillado, furioso- a un segundo encuentro y en ACIMJI nos la pela, porque también lo ganaremos.
Pero en tanto se deciden -o no- a proponer hora y lugar, nosotros, velando armas, arramblamos con el botín logrado en buena lid, cara a cara y no parapetados -como ellos- tras los rancios pabellones de sus flácidas instituciones.
Declara sin sonrojo el justador de Compromís que ha pasado a ser heraldo, y que las espadas para mejor ocasión, ya que el honor de su pendón resultó ser “incompetente”.
Que la Corporación del municipio de Sueca es incompetente pueden dar fé los mismísimos suecanos sin necesidad del alarde de sus leguleyos asalariados. Del hecho de que carecía de competencias jurídicas para agredir a ACIMJI como lo hizo, también deberían dar explicaciones a sus vecinos, ya que todo el conjunto de la actuación desprende un apestoso aroma a prevaricación.
Ahora pretenden sacudirse el polvo de su odio e ineptitud pasando el testigo a la Generalitat, pero de momento esto no ha salido gratis al laborioso pueblo de Sueca: el árbitro de esta primera justa ha decretado que paguen los intereses legales que se devenguen de su atropello.
Josema, camarada, no estés triste, nuestro pabellón sigue enhiesto y honrado siempre, gracias a Caballeros como tú.
Y ocasiones nos darán para blandir espada … ¡no ves lo tontos que son! .
LARREA UN/2017