Hace poco, los hijos de la Gran Bretaña decidieron abrir una página web en la que la gente sugiriera nombres para un nuevo buque de su filibustera flota. Nunca lo hicieran. Alguien, con buen criterio, memoria, mala leche y cachondeo a granel propuso el nombre del gran Blas de Lezo para bautizar al barco de Su Graciosa Majestad.

En pocas horas, la propuesta se convirtió en la segunda más votada en la red, con el consiguiente cabreo de los ingleses que ya veían cómo, si respetaban el compromiso internetero, uno de sus barcos llevaría el nombre del marino español que infligió la derrota más humillante a la prepotente flota británica.
El miedo a las carcajadas, coñas y descojone del mundo entero ante el ridículo y la justicia poética que supondría el bautizo de la nave de marras, ha hecho que los estirados y antipáticos bucaneros del Almirantazgo se envainen su progre y chupiguay compromiso de respetar la voluntad mayoritaria de los internautas y hayan prohibido la propuesta.

De los más de cinco mil nombres propuestos, algunos de ellos ridículos y estúpidos, sólo el del gran marino vasco ha tenido el honor de ser proscrito por los azorados brits.
Es inevitable imaginarse la sonrisa del Medio Hombre desde dondequiera que los héroes de España velen sus armas en la Eternidad.
Pero una humillación así al orgullo británico no podía quedar sin castigo.
Y la venganza no se ha hecho esperar.

Si nosotros queríamos que el más grande y heroico enemigo de los ingleses volviese a humillar desde la tumba a la flota que derrotó en vida, ellos han pensado que la mejor forma de ridiculizarnos era darle un galardón prestigioso a algún personajillo miserable, chabacano y grotesco nacido en nuestro suelo.

Después de descartar a Rajoy, a la Carmena, a Belén Esteban y a Cristina Pedroche, han optado por Pedro Almodóvar. Y, -suponemos que aguantándose la risa-, lo van a nombrar doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford. “¿No queríais cachondeo, sucios spaniards? Pues joderos” – dicen que ha declarado la Reina de Inglaterra.
Y es que, donde las dan las toman.

Lo malo es que, pensándolo bien, el ridículo y el bochorno ante la burlesca propuesta no será para la tierra natal del archimillonario bufón de la progresía, sino para la empingorotada Universidad británica convertida en un circo de baratillo.
Una vez más, como en los tiempos del ataque a Cartagena de Indias, a la pérfida Albión le ha salido el tiro por la culata.

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