Mi concepción de la política es netamente revolucionaria. Por eso no puedo afearle a un concejal de Podemos que le aventara un par de leches o empujones a otro concejal.
Pero que cuando lo detiene la policía empiece a llorar como una nenaza… jodo, eso sí que es caer bajo.
Ya no queda testosterona ni en los “revolucionarios” de estrellita roja. Igual es que toda se la ha quedado Jeta Barberá que cada vez parece más la forzuda del circo y ni tan sólo se sonroja con todo su personal encausado…
Por cierto, hace poco, un librero catalán se chupó 18 meses de prisión por vender libros, no por zarandear políticos (que debería ser deporte federado) y no soltó ni una lágrima al entrar en prisión.
Compare y elija…
EL CENIZO
El “bravucón” concejal de PODEMOS llora como un niño a su entrada a prisión
Estos no tienen un sólo gen de revolucionarios. Son caraduras, admirados por un lumpen de descapitalizados mentales, y mimados por unas autoridades castradas por los temores políticos a ser reputados como “incorrectos”. Sobre todo, cuando sus intereses no se vean perjudicados