En 1995 en los Balcanes, un serbio advertía de que lo que estaba ocurriendo en Bosnia no era más que el preludio de lo que ocurriría en el resto de Europa.
El dormido e hipócrita y buenista Occidente lo acusó de loco, islamófobo y genocida, mientras se posicionaba abrumadoramente y con bombas a favor del bando musulmán, ignorando el problema que se estaba gestando dentro de sus propias fronteras.
Hoy, más de veinte años después, el tiempo ha dado la razón a Ratko Mladic.
“Yo no he ido al Golfo ni a Somalia; estaba defendiendo mi propia casa”. Ratko Mladic.
JAVIER FERNÁNDEZ