Paseaba el Rey Letizio
con grandes melancolías
al pensar en su cuñado,
preso entre mozas bravías.
-Dichoso tú, Urdangarico,
que por tus choricerías
en lugar de ir a galeras
vas a una cárcel de tías.
Mientras yo, triste y modorro
en medio de algarabías
de cabronzuelos políticos
y de sus marrullerías,
me aburro como una ostra
entre marrajos y arpías-
Estaba en esto el monarca
absorto en sus tonterías
cuando un juglar que pasaba
interrumpió sus porfias
-Escuchad la triste historia
y las leyendas sombrías
de aquel rey necio e ingrato
que consintió villanías
por conservar su corona
y hasta las carroñerías
de escarbatumbas bastardos
y otras hijoputerías.
Consentir estas vilezas
nunca salvó monarquías.-
Escuchó Letizio el canto.
Lo olvidó a los pocos días.
J. L. ANTONAYA
¡Buenísimo!