Debo confesaros que yo siempre les he tenido una aversión especial. Eran los tipejos que sustentaron sus fortunas haciendo recolectas y viajes a Francia para salvar el pellejo y sus negocios y que mataran a otros. Eran los farsantes de la cocina vasca que todos tenéis en mente y que tantos cadáveres llevan a sus espaldas. Un gremio en el Norte, de desaprensivos y emasculados que me han hecho vomitar siempre.
Sin embargo, nuestro hombre no era de esa calaña, iba de otro palo. Orondo, bonachón y genuflexo siempre con los anglosajones, recreaba mejor que nadie los tópicos del oficio: pelador de patatas, parlanchín y desprendiendo el sempiterno aroma a fritanga tras su estela.
Cuando yo lo conocí era un tipo feliz que pregonaba la bondad de los chorizos de Cantimpalo o los Sobaos de Torrelavega. Hasta aquí todo bien, pero sin nada de épica ni grandeza.
Y un día, para su desgracia, apareció por su casa aquella tarzana con culo de mesa camilla que ejercía de marisabidilla de la Casa Blanca y de esposa de Hussein Obama. Después de una pijada a comer y las loas de rigor, el arrobo que el postinero Jose Andrés experimentó, cual aparición Mariana, lo descabalgó del caballo y la ignorancia, consagrándolo como Apóstol de la Nueva Religión.
Desde entonces, anda haciendo el oso y metiendo la pata allá donde le llevan sus piezacos. Es el perejil de todas las salsas globalitarias y está encantado de haberse conocido.
Ha perdido el ojete y el sentido del mínimo decoro. Lo mismo te habla de torreznos que de geoestrategia.
Ser hoy paisano de este hombre, es de vergüenza ajena.
En fin, en mi pueblo dirian aquello tan sabio…. : “¡¡¡Qué poco conosimiento!!!”
¡A disfrutar!
VAE VICTIS